¿Y la salud mental? - Alianza por la Salud Alimentaria

¿Y la salud mental?

Por: Ana Larrañaga (@anna_larr), de ContraPeso | @Contrapesomx

11 de abril, 2017. Este año se dedicó el Día Mundial de la Salud a una enfermedad a menudo subdiagnosticada e ignorada: la depresión.

Se deja de lado que tratamos con una enfermedad transversal a muchos otros problemas de salud y que es de hecho más frecuente en personas que viven con enfermedades crónicas o experimentan alguna de sus complicaciones (El riesgo de tener depresión, por ejemplo, se incrementa hasta 2 veces o más cuando las personas tienen diabetes u obesidad).

Enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares o cáncer, entre muchas otras, angustian a los y las pacientes por la carga económica que representan, al igual que el miedo a sufrir sus complicaciones (como enfermedad renal, amputaciones, infartos o ceguera) y desde luego la incertidumbre ante el resultado del tratamiento o el impacto que la pérdida de su salud tendría en la capacidad de llevar a cabo sus actividades y responsabilidades diarias, su calidad de vida y el futuro de sus familias.

Expertos en salud mental afirman que es normal pasar por un periodo de duelo ante un diagnóstico reciente, el problema radica en la pobre detección de signos de depresión en los pacientes y la falta de integración de equipos multidisciplinarios que atiendan las diferentes aristas que se requieren abordar para un tratamiento exitoso, como alimentación adecuada, actividad física, salud emocional, toma de medicamentos, prevención de complicaciones, etcétera.

Como resultado, una persona recién diagnosticada con diabetes es enviada a casa con un par de cajas de metformina, instrucciones vagas sobre su funcionamiento o sus efectos secundarios y una hoja con un plan de alimentación genérico entregado por igual a diferentes pacientes que terminará pegado con un imán en la puerta del refrigerador. La poca consideración por el impacto emocional que una noticia de esta naturaleza tiene en los pacientes, perpetuará los bajos índices de apego al tratamiento y descontrol en los diferentes niveles de atención.

Centrar la culpa en el paciente tampoco ayuda a mejorar el pronóstico. Comentarios como “eso le pasa por comer mal”, “usted se lo buscó” o “se hubiera cuidado cuando podía”, lejos de ayudar a que las personas se adapten a los cambios propuestos por los expertos médicos o de nutrición pueden reforzar sentimientos de vergüenza, autorechazo, tristeza e incluso odio. Además, estos suelen aislar al paciente, inhibirlo para que resuelva dudas importantes, facilitar que mienta por miedo a críticas o bien que abandone el tratamiento por sentirse juzgado y poco comprendido.

Desafortunadamente este tipo de comentarios mal dirigidos, fracturan la autoestima de las personas que luchan por controlar una enfermedad y son comúnmente realizados por el personal de salud, familiares, pareja y amigos cercanos, convirtiéndose también en una condena colectiva que proyectamos como sociedad.

Como profesionales de la salud (y como sociedad) debemos entender que la vida de los pacientes no gira en torno a su condición. Hablamos de personas que lidian con las diferentes variables de su entorno, tienen hijos que cuidar, trabajos que atender, carreras que estudiar, problemas de pareja que resolver, cuentas que pagar, películas que quieren ver, viajes que quieren realizar y, aunado a esto, enfermedades que deben tratar y sentimientos que enfrentar.

Un examen bioquímico no es el único criterio que debemos tomar en cuenta para mejorar la salud de una persona.

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