La epidemia de sobrepeso y obesidad que asola al país es consecuencia del modelo de dependencia alimentaria, abandono del campo y entrega de las decisiones de política pública en materia de agricultura y alimentación a las llamadas “fuerzas del mercado”, al “libre mercado” y, en los hechos, a los intereses externos y a los monopolios.
A lo largo de tres décadas de dependencia alimentaria se ha desmantelado la capacidad del país para producir sus propios alimentos, a favor de las importaciones y de las corporaciones agroalimentarias nacionales y extranjeras, provocando una competencia desleal a los productores nacionales, una caída en la rentabilidad y un crecimiento sostenido en la pobreza, migración, deterioro del entorno natural, carestía, hambre, desnutrición, obesidad y sobrepeso.
Nuestro país sufre una condición de inseguridad y vulnerabilidad alimentaria sin precedentes, que compromete seriamente la soberanía nacional y afecta gravemente nuetros derechos y la salud alimentaria de la gran mayoría de la población nacional.
Importamos más del 40% de los alimentos que consumimos en el país. De no cambiar la tendencia observada desde 1982 a la fecha, de acuerdo con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, para el 2030 el 80% de los alimentos vendrán del exterior. Ello, en un contexto internacional caracterizado por el incremento de los precios agrícolas, la volatilidad de los mercados, la utilización de alimentos para combustibles, la especulación financiera en los mercados agrícolas, el crecimiento demográfico mundial y los impactos negativos del cambio climático global en la producción y reservas mundiales de alimentos.
Es insostenible continuar con el modelo de dependencia alimentaria y soberanía de los mercados. México requiere cambiar de modelo y garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria del país en general, y en especial, de las comunidades rurales y los pequeños y medianos productores del campo. Podemos producir los alimentos que consumimos: alimentos campesinos, sustentables, saludables.
El campo y el país necesitan un cambio verdadero, de fondo. Es importante rechazar las falsas soluciones tales como: a) más exclusión de los pequeños y medianos productores; b) más importaciones; c) el uso de transgénicos; d) mayor concentración de tierra, agua, crédito y subsidios en pocas manos; e) mayor intensificación extractivista y dependiente de más agua y petróleo; e) biocombustibles con alimentos y utilizando tierras aptas para el cultivo de básicos; y, f) más monopolios.
En síntesis, urge un nuevo modelo en México para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria.