La publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia genera un deterioro de los hábitos alimentarios desde edad temprana. Más del 90% de los productos que se publicitan a los niños y las niñas no son recomendables. De hecho, los productos que se publicitan dirigidos a los menores de edad son los de menor calidad nutricional. Es el caso de los cereales: los que más azúcar presentan y menos fibra contienen, son los que se dirigen a los niños y las niñas.
Por otro lado, desde los años 80 del siglo pasado, los niños comenzaron a ser objeto directo de la publicidad, es decir, ésta ya no se dirigió a los padres para fomentar la compra de un producto o servicio para sus hijos, la publicidad se dirigió directamente a los menores de edad reconociendo el poder que ellos tienen para elegir.
Desde entonces se han desarrollado técnicas muy sofisticadas y efectivas para influir a los niños para la compra de un producto o servicio. Uno de los efectos más visibles del poder de influencia de la publicidad sobre los menores de edad es el deterioro de los hábitos alimentarios que se presenta a nivel mundial.
La Asamblea General Mundial de la Salud aprobó la Estrategia Global sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud en 2005 en la que se establece claramente el carácter de engaño de este tipo de publicidad. La Estrategia Global señala que este tipo de publicidad: “se aprovecha de la inexperiencia y credulidad de los niños”. De esta manera, se reconoce el engaño en la publicidad dirigida a los niños, más allá del producto o servicio que se publicite.
Por su parte, el “Conjunto de Recomendaciones sobre la Promoción de Alimentos y Bebidas no Alcohólicas dirigida a los Niños”, aprobada por la Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2010 y respaldada por la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2011, señala claramente que: “la promoción depende de la exposición y del poder del mensaje”. Es a través de la urgencia de enfrentar el deterioro de los hábitos alimentarios que la comunidad internacional ha puesto la atención en la publicidad dirigida a los menores. Dos factores se destacan en este llamado: el de la incidencia y técnicas utilizadas como factores disuasivos y el tipo de productos promocionados que representan una amenaza a los buenos hábitos.
A pesar que el Reglamento a la Ley General de Salud en Materia de Publicidad, la Ley Federal de Protección al Consumidor y la Ley Federal de Radio y Televisión establecen claramente el derecho de los mexicanos a no ser engañados por la publicidad y a que ésta atente contra la salud, la mayor parte de la publicidad dirigida a niños utiliza herramientas de engaño y promueve alimentos y bebidas no recomendables nutricionalmente, generando hábitos de alimentación que atentan contra su salud.