La obesidad y la intervención oportuna
- ¿Es la obesidad irreversible? Cuando se trata de la pérdida de peso la intervención oportuna es lo más importante, según muestra una investigación de la Universidad de Michigan con ratones.
- Cuanto más tiempo los ratones sobrealimentados sigan siendo obesos, menos probable es que la corrección de su dieta y su actividad tenga un efecto de largo plazo en la normalización del peso.
ANN ARBOR, Michigan. Una investigación conjunta de la Universidad de Michigan y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina ha arrojado luz sobre uno de los misterios más frustrantes de la pérdida de peso: por qué, inevitablemente, vuelve a ganarse el peso.
Un novedoso modelo con animales mostró que cuanto más tiempo los ratones de laboratorio sigan teniendo exceso de peso, más “irreversible” se torna la obesidad, según el nuevo estudio que se publica por internet, antes de la versión impresa el 24 de octubre en la revista Journal of Clinical Investigation.
Con el paso del tiempo la condición estática, obesa, de los ratones reajusta el punto de peso “normal” del cuerpo que queda permanentemente elevado a pesar de las dietas que inicialmente contribuyeron a perder gramos, señalan los autores.
“Nuestro modelo demuestra que la obesidad es, en parte, un trastorno que se auto perpetúa y los resultados enfatizan la importancia de una intervención temprana, en la infancia, para prevenir la condición cuyos efectos pueden durar toda la vida”, dijo el autor senior, Malcom J. Low, profesor de fisiología molecular e integrativa y de medicina interna.
“Nuestro modelo con animales será útil para determinar las razones por las cuales la mayoría de los adultos encuentra extremadamente difícil mantener una pérdida de peso significativa solo con la dieta y el ejercicio”, agregó.
La autora principal del estudio fue Viviana F. Bumaschny, investigadora asistente en el CONICET.
La obesidad afecta a más de 500 millones de adultos y 43 millones de niños menores de cinco años de edad en todo el mundo, en tanto que las enfermedades relacionadas con la obesidad son las causas principales de muertes que podrían prevenirse.
Los individuos que tienen exceso de peso corren un riesgo mucho más alto de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Uno de los puntos fuertes principales de esta investigación fue un nuevo modelo con ratones programados para la obesidad que permitió observar el éxito de la pérdida de peso en diferentes etapas y edades con la activación de un conmutador genético que controla el hambre.
La activación del control inmediatamente después del destete impidió que los ratones comieran en exceso y se tornaran obesos. Igualmente, los ratones que mantuvieron un peso saludable como adultos jóvenes, sólo mediante una dieta estricta, fueron capaces de mantener un peso normal sin la dieta después de activado el conmutador. Sin embargo, los ratones sobre alimentados crónicamente con el comienzo más temprano de obesidad jamás retornaron completamente al peso normal después del cambio en el conmutador, a pesar de una notable reducción en la ingesta de comida y un incremento en la actividad física.
Las nuevas conclusiones pueden generar preguntas acerca de la tasa de éxito a largo plazo de la restricción severa de calorías y los ejercicios extenuantes usados más adelante en la vida para perder peso, tales como los regímenes extremos que se ven en el popular programa de televisión “Biggest Loser”.
“A alguna altura del camino si se permite que continúe la obesidad el cuerpo parece operar un conmutador que lo reprograma a un peso normal mayor”, dijo Low. “Los mecanismos exactos que causan este cambio todavía son desconocidos y se requiere mucho más estudio que nos ayudará a comprender mejor por qué la recuperación del peso parece casi inevitable”.
Las conclusiones se publicarán junto con comentarios de correspondencia con el título de “Tipping the scales early: probing the long-term effects of obesity”.
Autores adicionales: Marcelo Rubinstein, investigador principal de CONICET; Miho Yamashita, investigador de post grado en la Universidad de Michigan; Rodrigo Casas Cordero, estudiante de grado en la Universidad de Buenos Aires; Verónica Otero Corchón, especialista de investigación en laboratorio de la Universidad de Michigan; y Flavio S.J. de Souza, investigador asistente de CONICET.
Financiación: Institutos nacionales de Salud de EE.UU, Programa Internacional para América Latina y Canadá del Instituto Médico Howard Hughes, Agencia Nacional para el Desrrollo Científico y Tecnológico de Argentina, y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.