Si las tasas de lactancia materna bajan en nuestro país no es por culpa de las mujeres
Por: Paloma Lerma, de LacMater
8 de agosto, 2017. La lactancia materna se llevó a cabo sin ningún problema durante miles de años y es sólo hace unas décadas cuando empezaron a surgir dificultades ¿a las madres se nos estropearon las glándulas mamarias?, ¿los bebés perdieron el instinto de supervivencia al nacer y ya no saben cómo se hace? No, la realidad es mucho más terrible que eso.
Estamos siendo víctimas de la comercialización antiética de las fórmulas infantiles y de la manipulación irracional por parte de un gran sector del personal de salud, por las autoridades sanitarias, y por organizaciones y personas despistadas que incapaces de reconocer su ignorancia en el tema, proclaman el derecho de las madres a descansar y a hacerse la vida más fácil usando las fórmulas en lugar de atarse a su bebé durante los por lo menos 2 años que debería de durar la lactancia.
Y ¿dónde está el horror? Está en lo que nadie nos dice: las fórmulas infantiles son riesgosas y pueden causar la muerte en algunos, y enfermedades innecesarias e indeseables en muchos, muchos bebés…
Lo primero que necesitan saber los profesionales de la salud es cómo funciona la glándula mamaria y cuál es la fisiología del bebé sano, cosa que increíblemente desconocen.
Lo segundo es el riesgo de utilizar fórmulas infantiles. Las fórmulas en polvo no están esterilizadas y contienen bacterias como la Salmonella y la Enterobacter Sakazakii, que las compañías no han podido eliminar de su proceso de producción.
Lo tercero es el delito que supone recomendar un producto que conlleva efectos dañinos a la salud, antes de haber evaluado y recurrido a todas las demás opciones, porque las ignora y no se toma la molestia de averiguarlas. Las fórmulas son un excelente recurso para aquellas (muy pocos, 2 o 3%) madres y bebés que no podrían utilizar la leche materna por razones médicas justificadas.
¿Qué estamos haciendo en México? Acciones para la foto: bancos de leche que no funcionan porque lo que no están produciendo las madres es leche para sus bebés y menos para donar al banco. Lactarios que no se usan, pues son muy pocas las madres que cuando regresan a trabajar siguen dando lactancia materna, y un exceso de bla bla bla oficialista, invitando a las madres a “no ser malas” y darle a sus hijos ese regalo de amor.
La ignorancia e irresponsabilidad de los sistemas de salud públicos y privados hace que los niños sean separados de sus madres al momento del nacimiento, y si los reúnen les suministran fórmula o solución glucosada si el bebé no “se agarra” enseguida, y a la madre la llenan de miedo y la confunden con recomendaciones absurdas de masajes, pezoneras y cuanta maniobra han oído por ahí que hay qué hacer y así la llevan al fracaso de la lactancia. Bastaría con dejarlas en paz con su bebé el tiempo que haga falta.
Las madres tienen el derecho a escoger la manera de alimentar y de criar a los hijos, siempre y cuando estén informadas de los riesgos y de las ventajas del método que elijan.
Una realidad en nuestro país es que las mujeres pueden escoger entre embarazarse o no. En muchos estados, se puede escoger entre interrumpir el embarazo o no.
Lo que las madres difícilmente escogerían como un derecho es alimentar a sus hijos con un alimento de segunda que puede enfermarlos, que los hará candidatos a la obesidad y que no les permitirá desarrollar plenamente su coeficiente intelectual ¿o sí?
La gran mayoría de las madres somos buenas y queremos lo mejor para nuestros hijos, y nos están estafando para rellenar el bolsillo de las compañías que producen, distribuyen y publicitan fórmulas infantiles, alimentos industrializados, biberones y otros utensilios para alimentar a los menores de 3 años…
¡Qué grave! ¿no?